jueves, 3 de noviembre de 2011

Cielos


El vacío crece como la gota que cae incesante
Y el clamor ahogado de las risas
Perturban el silencio de la calma.

Circo de sombras tatuadas en la pared,
Vicio mundano de noches de insomnio.

La retórica de las palabras fluye
Y el sabor a sangre en la boca
Alienta una rebelión intracorporea.

Humillante es la luna en las alturas,
Tenue palidez fantasmagórica
Que con sus ojos ciegos nos miente verdades inconclusas.

Negra noche, negro sol,
Celos mortecinos y grávidos
Que taladran el vaivén de mis párpados.

Pompeya se hunde en el mar,
La Atlántida se baña de cenizas.
Crisis incontenible, cataclismos olvidados.
Hoy, quietud que antecede al caos.

Malograr de palabras,
Malabarista manco
Que juega con fuego a mis espaldas.

Cambiar de posición,
Morder el lápiz,
Transmutar el alma a un ave.
Ruido burbujeante en el cerebro,
Y agudo grito de dolor.

Puertas pesadas,
Golpe seco,
Vibración y sobresalto de pupilas.
Y tal vez un cementerio,
Callado y macabro paraje
Digno de los Dioses.

Sucumbir,
Resquebrajarse,
Desfallecer
Para volver a morir  silenciosamente
En el retorno eterno
Y la duda primordial.

Siempre el vacío,
Siempre el como comienzo y fin.