martes, 17 de abril de 2012

Crónica de una sacudida no anunciada.


Siguiendo la tradición que impone la cultura a las personas mayores, (con esto hablo de cenar con las gallinas e ir a la cama con el primer lucero) abandoné la vigilia para entregarme a los brazos de Morfeo antes que el reloj marcara la hora en que los hechizos se rompen. Como de costumbre, y por costumbre digo repetición Ad Eternum de conductas diarias, puedo decir, que mientras cepillaba mis dientes iba preparando mi cabeza, para que al primer contacto con la almohada, se dejara llevar a Oniria. Y así sucedió, como todos los días, calota en la almohada, sueño seguro. 
Habiendo pasado apenas 50 minutos de mi huida del "mundo de los despiertos", siento una mano convulsiva tratando de traerme de nuevo a la realidad, al susurro de: "Ha temblado, y fuerte". Volviendo de a poco a la tan inoportuna vigilia, respondo: "No, nada que ver, deben haber sido las perras y esa costumbre tan propia de ellas a ser sutiles per se". "¡No, no, ha temblado -dijo de nuevo- se movió todo, se escuchó un ruido y nada dejó de moverse durante interminables segundos!, no te duermas, voy a investigar -proclamó al momento que tomaba su celular y con movimiento rápido de dedos llegaba a la fuente fidedigna de información. -Te dije -exclamó- el epicentro fue en Valp..... Su voz iba haciéndose cada vez más lejana y menos audible.
Con la parsimonia que me caracteriza y no pudiendo nunca separarme de ese estado de estupor que causan los sueños profundos, dije: Bueno, si vuelve a temblar, despert.... Y antes de terminar la frase ya estaba nuevamente saltando y cantando en Wonderland.

Moraleja: Puede pasar un tren por mis flancos, un huracán por mi ventana y un temblor por mis cimientos, que si estoy dormida, nada importa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario