jueves, 14 de octubre de 2010

Palabras y Siluetas

Tan sólo palabras para enamorarme, tan sólo una voz entrecortada y un hechizo.

Hoy es más que una idea indivisible.  Hoy es la necesidad imperiosa del encuentro, tan potente, tan fuerte, tan brillante.

Me dibujo en su voz, me imagino en sus brazos cálidos, me estremezco soñando sus labios y muero pensando el roce de sus manos.

Cuando cae la noche y el frío se solidifica en las ventanas, vuelo a encontrar su pelo enredándose en mis dedos torpes, entonces surco en delirios oníricos el velo alquitrán de la noche que nos separa en galaxias sombrías.  De a poco y porción por porción voy mezclándome en sus sueños.

De repente una calle florida enmarca dos siluetas unidas que sobresalen del tumulto, todo es tan vívido, los aromas son tan reales, su contacto en mi cuerpo es tan preciso.

La luna a lo lejos tapiza un cielo sin estrellas y siento el susurro de sus palabras erizando mi cuello.  Cierro los ojos para interpretar sus labios en mi piel, para expandir el calor que me regala.

Sólo existimos así, en sueños, sólo podemos vernos cuando los párpados cubren las órbitas y ni el tiempo ni el espacio nos condicionan.  Busco en mil libros la fórmula para que su anatomía se vuelva real a mi lado, para que su materia no sea una ilusión óptica.  Y solamente consigo caer en un letargo aún mayor que aleja sus forman más allá de lo que mis brazos alcanzan.

Me deshago en mil vapores de llanto que se absorben lentamente en las sábanas vacuas manchadas del negro corrido de mis ojos y el silencio agrietando el embaldosado que me separa de la caída abismal.

Miro su imagen desdibujada por el tiempo y calco su fisonomía en tinta indeleble sobre mis huesos y todo se resume en una metáfora barata que me incomoda desde la profundidad de la carne.

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